Patologías urbanas
julio 17, 2007 at 7:30 pm Deja un comentario
Y dijo el bibliotecario, con voz suave pero sermoneante, como si conociese mis debilidades: «Alma, hasta el 16 de enero {…}». No llevaba la cuenta del retraso acumulado, pero sabía que superaba los dos meses (y al final han sido casi cuatro). Creo que ésta puede ser la segunda multa más larga que he sufrido en una biblioteca pública. Ya me ocurrió varias veces en la Universidad Complutense. Hace unos tres años tomé prestados doce volúmenes por las concesiones que tenía como becaria de colaboración en biblioteca. Estuve todo el verano con ellos y el retraso de multiplicó. Casi un año sin poder tomar prestados libros, ésa fue la consecuencia. Menos mal que entonces coincidió con mi primera estancia en Alemania y no eché en falta este servicio hasta mi regreso a Madrid. En la biblioteca del Instituto Cervantes de Berlín la multa fue económica. No recuerdo cuánto debí pagar por el retraso en la devolución, pero sí que escoció el bolsillo. Aseguro que pongo toda mi buena voluntad para convivir en armonía con las instituciones públicas, pero a menudo reincido con retrasos inesperados y otras muestras de falta de compromiso social. ¿Habrá algún libro de autoayuda para comprender este extraño caso de inadaptación al entorno? Esperemos que no esté en alguna biblioteca pública, creo que ya estoy en la lista negra {…}
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